Después de muchísimos años de campañas de información pública, muchos ciudadanos se están preocupando enormemente por el problema que supone el uso de increíbles cantidades de plástico, y sobre todo, la importancia de reciclar (y, además, de hacerlo debida y correctamente). Así, es sencillo encontrar en prácticamente cada calle de nuestra ciudad distintos contenedores de reciclaje, con el fin de dividir mejor el plástico, el cartón, el vidrio y la propia basura orgánica en sí misma. Sin embargo, ahora gran parte de ese reciclaje, que anteriormente se enviaba a países como China, podrían estar acabando en la basura. ¿Sabes por qué? Fundamentalmente porque el pasado año China restringió las importaciones de algunos materiales reciclables, así como la mayoría de los plásticos, de manera que ahora se están acumulando en lugares como vertederos. ¿Qué debemos saber sobre ello, y sobre todo, qué está sucediendo ahora con todos estos desechos reciclados que ya no se envían al país asiático?.
Durante más de 25 años, la mayoría de los países occidentales -o ricos- enviaron su basura plástica a los países asiáticos más pobres. Sin embargo, la realidad era que muchos de estos países en desarrollo carecían de la capacidad para gestionar debidamente tal cantidad de desechos. De hecho, solo un país, China, recibía la mayor parte, rozando cerca del 45 por ciento de las importaciones mundiales de desechos plásticos.
Pero a comienzos del pasado año, tomó una decisión: restringir las importaciones de ciertos materiales reciclables, incluyendo el papel mixto (como el de papel de oficina, revistas y correo basura), así como la mayoría de los plásticos. Y tomaron la decisión citando preocupaciones ambientales locales, lo que provocó a la propia industria del reciclaje un momento convulso, mientras las naciones luchaban por encontrar nuevos compradores.
Además, la propia retirada del país asiático como depósito mundial de desechos plásticos también sirvió para dejar al descubierto la noción de que, todo ese plástico desechable que los ciudadanos poníamos de forma concienzuda en el contenedor de reciclaje, estaba a su vez siendo reciclado. Y era más económico aplastar el plástico no deseado en enormes fardos y enviarlos a través de los océanos, que dejarlos en casa y reciclarlos nosotros mismos.
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Pero ahora, con la enorme puerta de China cerrada, es posible que gran parte de ese plástico reciclado termine acabando en el vertedero local de cada ciudad. De hecho, hace poco sabíamos que el Ministerio de Medio Ambiente de Malasia había sido capaz de identificar desechos de 14 Estados, entre los que se encontraba España, enviando de vuelta cinco contenedores con residuos. Por tanto, ¿qué es lo que ocurre en España?.
De primeras, la decisión del país asiático -y de otros que han seguido a China- ha tenido como resultado que la exportación española de desechos se ha desplomado, mientras que en 2014 alcanzó la cifra de 359.483 toneladas de desechos, recortes y desperdicios de plástico, y en 2017 (antes de la restricción) llegó a 302.769 toneladas, en 2018 la cantidad bajó a los 157.437 toneladas.
De acuerdo a datos de la ONU, España se convirtió en 2017 en el noveno exportador mundial de desechos, desperdicios y recortes de plástico. De manera que, la realidad es que, ahora, las empresas de gestión de residuos tienen claro que ya no existe un mercado para su reciclaje. De manera que los municipios tienen dos opciones: pagar tasas mucho más altas para poder deshacerse del reciclaje, o acabar tirándolo a la basura.
Es decir, los residuos tendrán que ser gestionados aquí, en nuestro país. Aunque es cierto que tanto China como Malasia no ponen pegas a que se les pueda seguir enviando residuos consumibles. No obstante, el problema viene con aquellos residuos que tengan únicamente un 20 por ciento de plástico reciclable y el 80 por ciento restante deba acabar en el vertedero.
En cualquier caso, la mayoría de países afectados empieza a ver ahora como “únicas alternativas viables” a nuevos mercados como Tailandia, Vietnam, Turquía e India, aunque poseen una menor capacidad de recepción.
Pero la realidad es que todo ello ha desvelado que el sistema de reciclaje no está funcionando, sobre todo porque en lugar de plantearse el modelo de producción de plásticos, o incluso prohibir algunos materiales que podrían ser considerados como de mala calidad, lo que se ha conseguido es incentivar el consumo de plástico, en especial poniendo como excusa el reciclaje.