En la actualidad muchos países poseen una dependencia bastante elevada al petróleo extranjero, llegando incluso a situarse en niveles ciertamente críticos. Debido a ello, cualquier fuente de energía alternativa, que además sea viable, se ve perfectamente bien, sobre todo si tenemos en cuenta el daño ambiental causado tanto por el carbón como por la energía derivada del gas. La energía eólica, por tanto, se convierte en una opción ideal, en una fuente de energía viable que cuesta muchísimo menos de producir que la energía nuclear y del carbón, y que además casi no aporta contaminantes al medio ambiente. Parece ser casi ideal…. Casi, porque, ¿qué ocurre con las aves y pájaros?. ¿Es verdad que éstos tienden a desaparecer en cantidades mayores cuando se encuentran en zonas próximas a los parques eólicos?.
Hay algunas personas que no están de acuerdo con la producción de energía a través de los parques eólicos, y no precisamente porque sean contaminantes, en especial con la instalación de nuevas turbinas eólicas, cada vez en más lugares del mundo. ¿El motivo? Citan la mortalidad de aves y pájaros, con un efecto secundario totalmente inaceptable de la energía generada por el viento.
Así, a través de demandas e innumerables protestas contra una legislación que en realidad hoy en día se encuentra pendiente, esperan salvar la vida de un gran número de aves ante las palas de las turbinas eólicas.
Sin embargo, como opinan la mayoría de expertos, en realidad hay un problema con el argumento de la mortalidad de las aves: la gran mayoría de las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento muestran que, en verdad, las turbinas eólicas matan relativamente a pocas aves, al menos en comparación con otras estructuras llevadas a cabo y fabricadas por el hombre.
Las estadísticas, es cierto, son ciertamente impactantes cuando consideramos que existen muchas personas clamando contra la energía eólica por el bien de las aves y pájaros, cuando la realidad es bien diferente, a tenor de las estadísticas que te mostramos a continuación (para Estados Unidos):
- Gatos salvajes y domésticos: Cientos de millones de aves (se desconoce la cantidad exacta).
- Cables eléctricos: 130 millones – 174 millones de aves.
- Ventanas (residenciales y comerciales): 100 millones – 1 mil millones de aves.
- Pesticidas: 70 millones de aves.
- Automóviles: 60 millones – 80 millones de aves.
- Torres de comunicación iluminadas: 40 millones – 50 millones de aves.
- Turbinas de viento: 000 – 40.000 aves.
Como vemos, en realidad, se estima que en lo ancho y largo de Estados Unidos, cada año las turbinas eólicas causan la muerte de entre 10.000 a 40.000 aves y pájaros, muy lejos de las cifras dadas por quienes las critican. Muy por debajo de los gatos (salvajes y domésticos), los cables eléctricos o incluso los automóviles (que, como probablemente sepas, no vuelan, al menos por el momento).
De hecho, las colisiones con las turbinas eólicas representan aproximadamente una décima parte del porcentaje de todas las muertes de aves “no naturales” en toda Estados Unidos cada año. Y, además, se sabe que, de todas las muertes de aves, el 30 por ciento es debida a causar naturales, como ocurre con las crías de pájaros que caen de los nidos.
Entonces, quizá debamos hacernos la siguiente pregunta: ¿por qué existe la idea generalizada, y completamente errónea, que etiqueta a las turbinas eólicas como auténticas “asesinas de aves”?. Parece que todo empezó en California, cuando de repente empezaron a aparecer cientos de cadáveres de aves (principalmente aves rapaces) esparcidos por el parque eólico del Paso de Altamont, en el norte de California.
Sin embargo, en esta ocasión la culpa no la encontramos en el uso de los parques eólicos con la idea de producir y generar energía, sino de los modelos de turbinas eólicas que encontramos en este parte. Consisten en más de 4.000 turbinas eólicas que tienen 20 años, por lo que están completamente desactualizadas. Esto significa que su diseño no solo está lejos de ser eficiente hoy en día para la generación de energía, sino que están muy lejos de ser consideradas como seguras para las aves.
Su estructura reticular atrae a las aves grandes, como las aves rapaces, las cuales fallecen al colisionar con las cuchillas. Pero el problema en este lugar no solo lo encontramos en las turbinas: fue construido en medio de una importante ruta migratoria para las aves grandes.
Por tanto, el problema no tiene relación con la energía eólica en sí, sino con ese parque en concreto. Y es que las estadísticas así lo atestiguan.