Sabemos que existen una cantidad diversa de energías renovables que, de alguna u otra forma, ayudan a proteger el medio ambiente y a cuidar el planeta, al ser mucho menos contaminantes que otras. Para saber un poco más al respecto, os queremos hablar a continuación de las Energías Sucías: energías que no son renovables.
Qué son las Energías Renovables
Entre las energía renovable que seguramente ya conoceréis tenemos la energía solar (la energía del Sol), la energía eólica (la energía del viento), la energía de la Biomasa, y a partir de ella los biocombustibles, por poner solo algunos sencillos ejemplos.
Sin embargo, existen algunas fuentes de energía que no pueden entrar en el grupo de las energías renovables a pesar de que sean menos sucios en términos de emisión de gases de efecto invernadero. Son las denominadas como energías sucias.
Qué son las energías sucias
Como te indicábamos de forma muy resumida en una línea anterior, las energías sucias vienen a ser un tipo de energía menos contaminante en términos de emisión de gases de efecto invernadero, pero que no pueden entrar dentro del rango de las energías renovables.
Es el caso, por ejemplo, del gas, de la energía nuclear y de las grandes presas hidroeléctricas.
Las grandes presas hidroeléctricas
En el caso de este tipo de presas, alteran ecosistemas, dañan regiones agrícolas, desplazan comunidades y destruyen el patrimonio cultural de las mismas.
No hay que olvidar que las presas también son una fuente de emisión de gases de efecto invernadero, ya que tanto la construcción como los depósitos emiten toneladas de metano.
Las centrales hidroeléctricas también son susceptibles de disminuir la calidad del agua y de afectar a las condiciones de vida de la flora y la fauna de la zona, obligando a muchas especies a migrar o impidiéndoles seguir su ciclo vital natural (el ejemplo más claro lo tenemos en los embalses que impiden a los salmones remontar el río para desovar.
El gas
El gas ha sido considerado también como un tipo de energía sucia, aunque es un tipo de combustible de transición, siendo el menos sucio de los combustibles fósiles.
No emiten tanto CO2 como el carbón o el petróleo, de eso no hay ninguna duda, pero su creciente utilización lo ha convertido en un “enemigo” para las energías renovables.
El gas natural produce un enorme impacto ambiental y un gran gasto energético. Para almacenar este recurso es necesario comprimirlo y licuarlo a muy bajas temperaturas, para lo cual se necesita un gasto de energía extra.
Además, se necesitan grandes obras e infraestructuras para transportar el gas natural, capaces de alterar el paisaje y la biodiversidad de la zona. Eso por no hablar de los altos riesgos de fugas de metano que existen. Por ello, a pesar de ser una energía más limpia que otros combustibles fósiles, sigue siendo mucho menos limpia que la eólica o la solar.
La energía nuclear
La energía nuclear no produce los gases que, de alguna u otra forma, contribuyen al cambio climático global, pero tanto los desechos radioactivos como los accidentes en plantas nucleares han llevado a que esta forma de energía no pueda convertirse en una alternativa a los combustibles fósiles, al menos desde el punto de vista renovable.
Además, las centrales nucleares trabajan con elementos que son muy inestables y peligrosos en caso de fuga. Todos conocemos algunos de los desastres naturales y humanos que han causado plantas nucleares como las de Chernobyl y Fukushima.
Otro de los principales problemas que plantea la energía nuclear es el almacenamiento de los residuos. Además, los materiales necesarios para producir este tipo de energía, caso del plutonio o del uranio, son muy escasos.
Carbón y petróleo
El carbón y el petróleo son dos de los combustibles más usados del planeta. Ambos forman parte de los llamados combustibles fósiles, que son grandes culpables de la contaminación del planeta.
Este tipo de combustibles contribuyen a la contaminación, al efecto invernadero y al cambio climático, ya que son los responsables de gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Esto no solo produce la contaminación del aire, sino también de las aguas o de la tierra.
Además, estas energías no son renovables, es decir, existe un número limitado de estos recursos en el planeta y llegará un momento en el que se agoten totalmente. Entonces no quedará otra obligación que buscar nuevos recursos capaces de producir energía o decantarse de una vez por todas por las energías limpias y renovables.