¿Cómo funciona la biomasa?

La biomasa (también conocida como energía de biomasa) es un combustible que se desarrolla a partir de diferentes materiales orgánicos. Se convierte, por tanto, en una fuente de energía renovable y sostenible, que hoy día es utilizada para generar electricidad, así como otras formas de energía.

Biomasa

Existen una amplia variedad de elementos y materiales que pueden ser utilizados como combustible para la generación de la biomasa. Aunque destacan especialmente algunos de los siguientes: trozos de madera, escombros forestables, determinados cultivos, estiércol y algunos tipos de residuos. No obstante, la madera es considerada la mayor fuente de energía de biomasa.

De esta forma, con un suministro constante de residuos, que van desde la construcción y las actividades propias de la demolición hasta maderas no utilizadas en la fabricación del papel (o incluso residuos sólidos municipales), no hay duda que la producción de este tipo de energía verde podría continuar de forma indefinida.

La biomasa, por tanto, se convierte en una fuente renovable de combustible utilizada para la producción de energía porque los residuos siempre existían, especialmente en términos de residuos de molinos, recursos forestales y desechos provenientes de la madera. Por otro lado, los bosques que son manejados de forma adecuada siempre tendrán más árboles, de manera que siempre tendremos tanto cultivos como la materia biológica residual de los mismos.

Hoy en día la biomasa representa más del 4 por ciento del consumo total de energía en Estados Unidos, y alrededor del 13 por ciento de todas las energías renovables utilizadas en este país. De hecho, en la actualidad existen más de 220 plantas de biomasa en funcionamiento, mientras que en el Reino Unido existen un total de 45 (aunque algunas más se encuentran en construcción).

La producción de energía a partir de la biomasa

Muchos expertos se preguntan si, en realidad, la energía obtenida a partir de la biomasa es en realidad renovable al cien por cien.

Existen diferentes formas de producir esta energía. Una de ellas incluye la quema de biomasa para generar calor, para hacer funcionar turbinas de vapor con el fin de producir electricidad, o para producir calor en los diferentes sistemas térmicos.

Muchos de sus defensores sostienen que la reducción de aquellos árboles que presentan un diámetro más bien pequeño (o muertos en bosques superpoblados), y la recolección de los diferentes subproductos fruto del manejo forestal (como ramas, hojas o copas de los árboles, entre otros), tiende a mejorar la propia salud forestal, ayudando a reducir la incidencia de incendios y beneficiando la salud de los árboles que permanecen en el bosque.

También puede disminuir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, e incluso en ciertas condiciones puede ayudar a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por todo ello, la biomasa es considerada una energía renovable. Y, renovable, fundamentalmente porque su energía en parte proviene del sol, y porque puede volver a crecer en un tiempo relativamente corto.

Energía de biomasa

Los árboles absorben dióxido de carbono de la atmósfera, y se convierten en biomasa cuando mueren, momento en el que el dióxido se libera de nuevo a la atmósfera. Independientemente de que los árboles se quemen, o se descompongan naturalmente, se sabe que estos liberan la misma cantidad a la atmósfera.

No obstante, una de sus principales ventajas es que, en teoría, cuando los árboles son cosechados como biomasa, al ser replantados tan rápido como la madera es quemada, los nuevos árboles tienden a absorber el carbono producido por la combustión, por lo que el ciclo del carbono tiende a mantenerse en equilibrio, no incorporándose carbono adicional a la hoja de balance atmosférico.

Por ello muchos expertos consideran la biomasa como una especie de «carbono neutral», ya que al reemplazar los combustibles fósiles con biomasa, el resultado teóricamente es una reducción de las emisiones de carbono.

Pero como ya se argumentó en el año 2010 por parte de un  grupo de científicos, es en realidad erróneo decir que toda la biomasa produce una reducción del 100% de las emisiones de carbono. Si bien es cierto que la biomasa puede reducir el dióxido de carbono si los cultivos de crecimiento rápido son cultivados en tierras improductivas, cortar o limpiar los bosques para obtener energía (ya sea para plantar cultivos energéticos o para quemar árboles) tiende a liberar carbono a la atmósfera. la cual habría sido ‘secuestrada’ si los árboles hubieran permanecido intactos.

A pesar de ello, la energía de biomasa es considerada en la actualidad como renovable.

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